Mi querida Laura:
Nunca publico tus fotografías y las dos veces que lo he hecho en Facebook, en una tapamos tu carita con una flor y en la otra ibas disfrazada con gafas de sol y peluca, así que es como si no se hubieran subido, porque nadie que te viera por la calle te reconocería. Pero hoy, excepcionalmente, y sin que te enfades conmigo por favor, lo quiero hacer porque hay un motivo especial. Quiero demostrar con esta carita y esta sonrisa, hoy, 16 de junio, al año justo de que te diagnosticaran leucemia linfoblástica aguda, que se puede. Que sí, que el camino es largo, larguísimo, y de hecho estamos -en teoría- a dos tercios del fin del trayecto. Que sí, que te jodieron bien la vida aquella noche que te llevé a urgencias del hospital por lo cansadísima que estabas y porque un primer y apresurado análisis de sangre prescrito por tu pediatra mostraba unos valores totalmente descontrolados que yo miraba con ojos aterrorizados, porque no soy médico pero sabía con certeza lo que significaban. Que mi niña, mi princesa de doce añitos -hoy trece-, mis pies y mis manos y toda mi vida, tenía leucemia. Y yo, para colmo, enferma, pues coincidió que unos días antes me había dado una tromboflebitis y una trombosis, de la que afortunadamente no me han quedado secuelas graves, sólo un adormecimiento permanente de la mano. Ahí, esa noche del 16 de junio, el día justo antes de irte de excursión de fin de curso con tus amigas, empezó otra etapa de nuestra vida, una pesadilla, un infierno que no deseo ni a mi peor enemigo. La bolsa que preparabas para tu primera excursión fuera de casa se convirtió en la bolsa que llevamos al hospital para un ingreso largo.
Poco a poco, tras pruebas muy, muy, muy dolorosas, punciones lumbares, extracciones de médula ósea, quirófanos, decenas de pinchazos, sesiones y sesiones de quimioterapia, caída de tu precioso pelito, naúseas, cambio del gusto y del olfato, el mazazo de que probablemente nunca podrás tener hijos por los efectos de la quimio en tu cuerpecito de preadolescente...... pudimos abandonar el hospital, al menos estar tantos días seguidos y también al menos empezar a saborear una vida relativamente normal. Menos mal que yo aliviaba mi eterno insomnio -porque me era imposible dormir al menos hasta las cuatro o cinco de la mañana, vigilando tu sueño-, viendo vídeos y más vídeos, fotos y más fotos de tartas y galletas de fondant, y te las enseñaba para entretener las largas horas encerrada. Con el curso de los meses lo que empezó como una dulce distracción en horas muy amargas, se convirtió en algo más para las dos. Por eso para mí hacer una tarta o una galleta no es sólo hacer una tarta o una galleta. Tiene un significado mucho más profundo, mucho más especial. Es nuestro pequeño mundo dulce, ¿verdad, cariño?
Entraste con una melena casi por la cintura y salías calvita como una rana, pero igual de guapa que siempre, con mejor color, débil por ese primer ingreso de unos cuarenta días pero con muchísimas ganas de volver a retomar, muy lentamente, la rutina. Sí, por delante aún muchos más análisis, quimio en vena y en pastillas a diario en casa, pero al menos pudiendo volver a dormir en tu cama, aunque salpicada tu vida con ingresos periódicos en la planta 7 del hospital. De hecho, el próximo lunes te toca de nuevo. Pero sé que no te gusta que te lo recuerde y me pones mala cara.
Terminó el verano y no pudiste empezar el instituto, pero no perdiste el tiempo y te esforzaste como poca gente lo haría, primero en el cole del hospital y luego en casa con la seño Mary Carmen de Atención Domiciliaria de la Junta. Y aunque seguías -y sigues- con la quimio, tu pelito empezó a crecer, ya ibas usando menos los pañuelos y foulares en la cabeza, te veía cada vez mejor y con ganas incluso de entrar de una vez en el instituto, con tus amigas, tus libretas, tu mochila y tu sonrisa, siempre tu eterna sonrisa que tanto tenía y tiene enamorados a esos ángeles que son los médicos, enfermeras y auxiliares del Hospital Puerta del Mar de Cádiz.
En marzo me propusiste hacer una tarta de fondant a la tata, mi hermana, esa tata Elvira que es nuestro ángel de la guarda y que siempre la tenemos a nuestro lado y que te quiere con locura, una tarta lila y verde que le encantó y que fue el punto de partida para esta dulce locura de Laura y sus tartas que no sé hoy si tiene mucho futuro por un par de días malos que estoy pasando, pero bueno, viendo tu entusiasmo y tus ganas cuando me ayudas a hacer florecitas, pajaritos, o a preparar las bolsitas de galletas, habrá que pensárselo un poco más.¿Te acuerdas cómo nos divertimos abriéndonos la página del Facebook, de Twitter, o el blog? Era una mezcla de nerviosismo y de ilusión... una aventura nueva que no sabíamos por dónde iba a tirar.
Mi querida Laura: hoy hace un año que te diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda y de momento y gracias a Dios no necesitas un trasplante, como le pasa a otros amiguitos tuyos de luchas y fatigas. Laura, amor mío, no te enfades con mamá por colgar tu foto. Es que quiero que todos vean lo bonita que eres... y lo bonita que estás. Te quiero con toda mi alma.
Mamá.